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Ladrido Jurásico y La picadura (o cómo Futurama se ha ganado su puesto en el Olimpo)

FuturamaQue Matt Groening es muy bueno no se discute: que lo mejor que le puedo pasar a Futurama es que se termine (…aunque en breve veremos nuevos episodios), tampoco. Y con esto no quiero decir que la serie sea mala: al revés.

El paso del tiempo no le hace bien a nadie: ni siquiera a una serie de televisión. Para ejemplo claro Los Simpsons: una serie que marcó un antes y un después en las series de animación occidentales pide a gritos que la maten, que la entierren y que tiren la llave muy, muy lejos. Y es que hay que ser sinceros: Los Simpsons ya no son ni la sombra de lo que fueron en su momento. Se han desgastado hasta tal punto que los que alguna vez fuimos fans suyos ya no sabemos (ni ponemos por nuestra parte para saberlo) la temporada que está emitiendo (supongo) Antena 3.  Personajes irreconocibles, guiones que perfectamente podrían usarse para una serie de Antena 3 o Telecinco y abortos de gags es la tónica de los últimos episodios que tuve la suerte (o desgracia) de ver. El problema es que otra serie mítica como Padre de Familia está peligrosamente mutando en la misma dirección a una velocidad similar a la de envejecimiento de David Bowie (que de repente un día se despertó y era viejo).

Es por eso que Futurama debería terminar: aún está a tiempo. De hecho, esta serie tiene dos de los mejores episodios que he haya podido ver en unos dibujos: Ladrido Jurásico y La picadura. El primero es un episodio que se le debió ocurrir a uno de los guionistas cuando su mujer le abandonó, porque está hecho a muy mala leche y va a pellizcar. Todo comienza cuando Fry, tras examinar un fósil, descubre que es un perro que le esperaba todos los días en la puerta de su trabajo. Guionista desencantado + perrito simpático = …bueno, sólo hay que ver el episodio.

El siguiente, La Picadura, se le debió ocurrir al compañero sesentero del guionista al que le dejó la mujer. Sesentero porque debía ir de ácido hasta las cejas para escribir la historia. El guion es magnífico, la pena es que en 20 minutos saben a poco. Todo comienza cuando, tras realizar un encargo, una abeja ataca a Leela y a Fry, matando a este último.

Por favor señor Groening:  siga exprimiendo, violando y vejando a Los Simpsons pero deje algo digno y mate a Futurama.

Terry Gilliam

Terry Gilliam

Terry Gilliam podría haber sido miembro de The Zombies por méritos propios.  El ex Monty Python se ha convertido en el autor de culto por excelencia. A pesar de tener una imaginación de oro y a los críticos de su lado siempre le ha faltado… un poco de buena suerte.

Lo cierto es que una de sus primeras experiencias post Monty Python como director no fue del todo buena… Jabberwocky (en castellano: La bestia del reino) es una películas bastante mala y aburrida, para qué mentir, pero sienta las bases de lo que llegará después (los mundos de fantasía, los efectos especiales, el humor Python…). Y hablando de mundos de fantasía: sus tres siguientes películas (Los ladrones del tiempo, Brazil y Las Aventuras del Barón Munchausen) pasaron con diferentes resultados, pero la clara perdedora es  Brazil, una de las mejores películas de ciencia-ficción del cine que sintetiza Blade Runner, 1984 y el humor de los Monty Python en dos horas y media de película… y ni con esas fue capaz de recaudar ni siquiera para cubrir los gastos del rodaje.

Su éxito llegó dirigiendo y no escribiendo El rey pescador:  creo que es de las pocas películas de Robbin Williams donde no quieres matarle de forma lenta y dolorosa, o no al menos hasta que comiencen los títulos de crédito. Con la inercia llegó Doce Monos donde Brad Pitt consiguió el Oscar al mejor actor. Si bien, a pesar de no estar acreditado como autor del guión, contiene toda la parafernalia fantástica que le ronda habitualmente por su cabeza.

Cuando te estás quedando sin ideas ¿cuál es la solución? Exacto: tomar drogas. Tomar muchas drogas.  Y esto viene a resumir lo que sería su siguiente película: Miedo y asco en Las Vegas, basada en la novela del mismo nombre y en una paranoia de Gilliam, sin duda. Resultado: batacazo en taquilla…  Y tras un fiasco qué mejor que otro para olvidarlo. En el año 2000 intentó rodar un film basado en Don Quijote: El hombre que mató a Don Quijote pero un bajo presupuesto y varios infortunios (como inundaciones donde normalmente no llueve o que el actor que hacía de Quijote se lesionase) hicieron que el rodaje se tuviera que cancelar. Sin embargo no todo fue tiempo perdido: de todo aquello salió el documental Perdidos en La Mancha.

La Isla de los Monos 2

Portada de Monkey Island 2No: aunque el título del post parezca un titular de La Razón o de Intereconomía hablando de Cuba o de la República Dominicana, en realidad me refieron a la saga Monkey Island, en concreto a su segunda parte.

Y aunque se crea que los videojuegos son cosa de gorditos vírgenes (que imagino que alguno habrá), los hay que están a la altura de las mejores películas de Hollywood… a nivel de historia, eso sí: hace años que «videojuego» es sinónimo de shooter. Las dos primeras partes de la saga Monkey Island (las que fueron diseñadas por Ron Gilbert, el creador de la saga) pertenecen a este grupo.

Monkey Island 2: LeChuck´s Revenge fue publicado un año después de su antecesor: en 1991. En aquellos tiempos, una pantalla de 320×200 píxeles con 256 colores ofrecían más calidad que los 324.324X232.133 pixels con anti-shading, flunger X2 y monguer-alising actuales… y seguro que Guybrush Threepwood está de acuerdo conmigo.

Para los que no conozca nada del mismo o del tema, se trata de una aventura gráfica: puestos en situación a través de una intro debemos avanzar en la historia solucionando puzles (lo sé… es una descripción muy escueta).  Somos Guybrush Threepwood, un pirata cuyo objetivo es encontrar el mítico tesoro Big Whoop enterrado en alguna parte del Caribe.

Hablar de un punto fuerte en concreto para este juego es inútil: todo el juego en si merece la pena. Los gráficos eran impresionantes para la época. Aún hoy sorprenden por la calidad y los detalles de los mismos: los colores oscuros que nos acompañan en la isla Scabb, los colores vivos de las isla Phatt, el pantano, la guarida de LeChuck… así como las animaciones en la cantidad de personajes y situaciones que plantea el juego (mención especial para la animación cuando saltamos del barco en medio del mar).

La música es, simplemente, genial: una verdadera pasada. Estamos hablando de 1991: por aquel entonces (principalmente por el escaso espacio disponible en los equipos) los juegos no venían con audio digital, usaban MIDIs. El creador de la banda sonora Michael Land no sólo creó una deliciosa colección de temas para cada estancia, sino que además consiguió que esos temas «se fundieran» entre ellos creando unas transiciones de habitación a habitación completamente naturales (este sistema fue bautizado como iIMuse), lo que ayuda a meterse aún más en la historia. La historia… esa es otra: para no destrozar nada si aún no la has jugado sólo diré que tiene uno de los mejores finales que haya visto nunca (otros dicen justo lo contrario… pero para gustos…).

Hace menos de un mes, Lucas Arts (la empresa que desarrolló el juego) a sacado a la luz un remake que se puede decir que hace justicia al juego: es un Monkey Island 2 siglo XXI por tan sólo 10€.

Canción del final del juego (sospechosamente parecida a «The debt collector» de Blur)

Las arañas llegaron en eBow…

eBow….no pudo ser de otro modo. El eBow es un artilugio extraño que se usa generalmente en guitarras eléctricas y que produce un curioso sonido: mezcla entre instrumento clásico de cuerda (viola, contrabajo…) y theremin. Para ello genera un campo electromagnético que hace que la cuerda vibre continuamente. Las últimas versiones disponen de un nuevo modo llamado Harmónico que, efectivamente, resalta los harmónicos de las cuerdas.

El juguetito cuesta en Thomann 89€ (+ gastos de envío), pero por eBay hay gente que lo vende nuevo algo más barato (de los precios en España, mejor, ni hablamos…).

Aunque su creación date de 1969 no suele ser muy habitual verlo, pero ha sido utilizado en canciones como «Heroes» de David Bowie y por grupos como (quiénes si no) Pink Floyd.

Mick Ronson utilizándolo en Heroes

PD: La lucecita azul de la foto no es mas que un led que tiene incorporado para poder ver el lugar en el que el eBow está actuando.

The Zombies

The ZombiesThe Zombies es una de esas bandas con mala suerte.  Con MUY mala suerte.  Es más: si el nombre de un grupo tuviera que ser sinónimo de la expresión «mala suerte», sin duda, sería el suyo. Incluso iría más lejos: dice la leyenda que la madre de Rod Argent quiso llamarle Badluck Argent.

Imaginémonos una urna cuadrada de cristal con bolas dentro y hagamos dos divisiones horizontales: las bolas del tercio superior son rojas; las del medio, amarillas y las del fondo, blancas. Pues bien: las bolas rojas representan el «mainstream» o, lo que es lo mismo, lo que suena en los 40 Principales; las amarillas son aquellos grupos que han quedado «»eclipsados»» (y nótese las doble comillas) por el tercio superior, mientras que las del tercio inferior son los miles de grupos ocultos que se han quedado al fondo y que no han podido estar en alguno de los estratos superiores.

Básicamente, así se resume la música de los últimos 60 años (al menos en el rock, pop y derivados). La principal diferencia entre las décadas, tomando como ejemplo los 60, se sitúa en las bolas rojas: Tokio Hotel, Coldplay o U2 (¡Ojo! El U2 de esta década) ocupan los lugares que en su momento fueron trono de Rolling Stones, The Beatles o The Who. Para no alargar la introducción nos saltamos las bolas amarillas y caemos directamente a las blancas. Las bolas de color blancas son de un carácter especial: esos grupos están ahí: ¿porque realmente su calidad hace que tengan que estar ahí? ¿Por ser demasiado innovadores? ¿Porque se han topado con la cruda realidad de las discográficas? ¿Por mala suerte?

Cuando sabes que lo tienes todo para triunfar y no consigues nada… lo mejor que te metas a trabajar en una compañía de seguros como hizo Colin Blunstone, porque poco más puedes esperar de la música.

The Zombies era un claro ejemplo de pop sin etiquetas añadidas: canciones suaves e inocentes de escucha fácil, con arreglos dignos de The Beatles y coros que perfectamente podrían haber salido de la cabeza de Brian Wilson. Con tan sólo dos discos han dejado canciones que forman parte de la historia (y que al escucharse suelen generar frases del tipo «Esta canción me suena ¿de quién es?» o «Esta es la del anuncio de las galletas, ¿verdad?«) como «Time of the season» o «She´s not There«.

Su segundo disco, Oddesey & Oracle (1968) , es al pop lo que el Sgt. Peppers (The Beatles) es al Pop/Rock y The pipers at the Gate of Down (Pink Floyd) a la psicodelia. Simplemente una obra maestra de 12 temas que merece ser escuchada: nada de ponerlo como música de fondo mientras hago otra cosa (¡qué falta de respeto, pardieu!). Lástima que este disco se publicara (con nulo éxito comercial) cuando The Zombies ya se habían disuelto.

Y se puede decir más alto pero no más claro: The Zombies fueron el grupo más infravalorado de la historia.

The Way I Feel Inside

Control de tierra…

Iniciamos nuestras andadas por el mundo de la «interné» y de los «blos» un caluroso sábado por la tarde con un post escueto mientras intento averiguar para qué valen los 1.001 controles de WordPress…

Sin más, un cordial saludo,
ziggyStardust.